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El ex comunista Massimo D'Alema, recién asumido, dudaba. Acoger a Ocalan implicaba comprarse - un problema con un aliado de la OTAN e importar un conflicto ajeno, pero deportarlo lo exponía a la pena - de muerte, legal en Turquía pero inadmisible en la Unión Europea. Optó por la estrecha avenida del - medio: se ignoró el mandato de captura al tiempo que se negó el asilo, presionando a Ocalan para que se - fuera por las suyas. Tras una carambola a tres bandas, fue capturado por agentes turcos en Kenia, donde - se encontraba bajo la protección del embajador griego, mientras intentaba abordar un avión hacia - Holanda. Desde febrero de 1999 permanece en una cárcel de máxima seguridad en la isla turca de - Imrali.</p> - <p>Uno de los autores de esta columna vivía en Italia en esa época y siguió la crisis de cerca; el otro la - estudió en profundidad, años más tarde. Pero no hacía falta: cualquiera puede encontrar esta información - a un clic de distancia. Eso fue lo que no hizo un periodista de un diario argentino, que no es la - nacion. La semana pasada se publicaron extractos de un "informe de carácter secreto" que mencionaba - supuestos contactos internacionales de organizaciones mapuches. Entre ellos aparecía Ocalan, a quien el - informe ubicó "con domicilios en Palermo y en el centro porteño", y aseguraba incluso que había sido - visto "en Neuquén, Río Negro y Chubut durante el juicio a Jones Huala".</p> - <figure><p><span title="Ampliar imagen"></span><img src="http://bucket2.glanacion.com/anexos/fotos/77/conflicto-mapuche-2585177w280.jpg"></img></p> - <figcaption id="epigrafe2585177">Foto: LA NACION</figcaption></figure><p>Esta falsa noticia fue la más rocambolesca de una larga cadena. Dos hechos quedaron en evidencia: - primero, que hay periodistas que no chequean la información; segundo, que los servicios de inteligencia - los utilizan para manipular la agenda pública. Y sobre los servicios hay dos posibilidades: o son burros - o son perversos. Las opciones no son excluyentes, aunque cualquiera alcanza para tornarlos indignos de - confianza. Sin embargo, de ellos proviene la información que alimenta a muchos medios de comunicación y, - aún más grave, al Estado argentino.</p> - <p>El reguero de noticias falsas y vínculos brumosos tiene, paradójicamente, un objetivo prístino: asociar - la acción de los grupos mapuches con el terrorismo internacional. Comunicadores, analistas y escritores - alineados con el discurso oficial llegaron a relacionar las ideas de las organizaciones patagónicas con - las de Estado Islámico (ISIS) de Irak y Siria. El terrorismo carece de definiciones consensuales y ha - sido utilizado para emparentar cosas bien diferentes. Aunque el líder mapuche más radicalizado (y menos - representativo) declare que propician "un proceso de construcción de autonomía sin pedirle permiso al - Estado", vincular a un grupo que reclama tierras en la región de sus ancestros con otro que busca - gobernar el mundo según sus normas religiosas y ha masacrado a miles de personas requiere de una - operación intelectual tan audaz como inadecuada.</p> - <p>La asociación con el movimiento kurdo, en cambio, asoma menos inverosímil. Desde su arresto, Ocalan - transformó su pensamiento: de una visión nacionalista con inspiración estalinista evolucionó al - confederalismo democrático, una propuesta de organización comunal, ecologista, más apegada a las raíces - locales que a las fronteras nacionales. Parece lógico que esas ideas resuenen en agrupamientos - indígenas, que reivindican una organización anterior a la consolidación de los Estados sudamericanos. - Los paralelos, sin embargo, terminan allí. En Chile, donde el conflicto ha tenido su desarrollo más - dramático, la Sociedad de Fomento Agrícola denunció en 2014 que los insurrectos causaron daños por 10 - millones de dólares y la muerte de tres agricultores y un carabinero a lo largo de 15 años; en la - Argentina, por ahora, se registran actos de vandalismo, ocupaciones de tierras y cortes de rutas - aislados. En contraste, el conflicto entre el Partido de los Trabajadores del Kurdistán y la República - de Turquía se cobró cerca de 40.000 vidas en los años 90 y lleva más de 2000 desde la reanudación de - hostilidades en 2015.</p> - <p>Consultada sobre esta desproporción, una fuente de los servicios nos la resumió así: "La estrategia de la - Coordinadora Arauco-Malleco (CAM), de Chile, y ahora de la Resistencia Ancestral Mapuche (RAM), más que - matar directamente, es realizar sabotajes, movilizaciones, ataques a iglesias y empresas y mucha - prensa". ¡En Medio Oriente pagarían por un terrorismo así! Ningún hecho de violencia debe ser - minimizado, pero las analogías no resisten prueba.</p> - <p>La "cuestión mapuche" es social antes que policial. La Constitución manda "reconocer la preexistencia - étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad?; reconocer - la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que - tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano". - Estos derechos permanecen incumplidos. Y no son un capricho chavista: los países que reputamos serios - también los reconocen. En Estados Unidos, las reservaciones indígenas ocupan 80.000 kilómetros - cuadrados, el 1,3% de la superficie del país (y 400 veces la superficie de la ciudad de Buenos Aires). - En Canadá, unas 2300 reservas ocupan 28.000 kilómetros cuadrados. Australia otorga a los pueblos - indígenas más de la mitad de los territorios del norte del país y son los nativos quienes negocian con - las empresas mineras los permisos para que operen en sus tierras. En Nueva Zelanda existen tribunales - especiales con jurisdicción sobre las tierras ancestrales de los maoríes; una de sus ventajas es que - empoderan a los aborígenes individualmente, liberándolos del yugo de los caciques.</p> - <p>La protesta social es indisociable de la democracia. Cuando desborda, recanalizarla es más eficiente que - reprimirla: ahí reside el arte del acuerdo. En la Argentina la tarea es delicada porque pocos confían en - la imparcialidad de las instituciones. Entonces, cada actor reivindica sus intereses con los medios de - que dispone: los sindicatos hacen huelga, los estudiantes toman colegios, los empresarios cierran las - fábricas y todos hacen piquetes. El politólogo Samuel Huntington definía una sociedad así como - pretoriana y el jurista Carlos Nino llamó a la Argentina "un país al margen de la ley". Al movilizarse - por sus derechos y desconfiar del Estado, la comunidad mapuche se demuestra bien argentina.</p> - <p>Las cinco provincias patagónicas tienen una población similar a la de La Matanza. A diferencia de los - Estados Unidos, que se integraron hacia el oeste otorgando parcelas de tierra a los colonizadores, y de - Brasil, donde el rol de ocupación y desarrollo territorial fue cumplido por las fuerzas armadas, la - Argentina obvió la tarea integradora tras consolidar su soberanía a finales del siglo XX. Hoy sobra - tierra y falta gente. Gobernar sigue siendo poblar, pero también integrar.</p> - <p>Seamos claros: ningún individuo u organización tiene derecho a violar la ley. Pero el problema histórico - del Estado argentino no fue tanto quiénes lo desafiaron como quiénes lo gobernaron. Cambiemos.</p> - <p><b><i>Andrés Malamud es politólogo e investigador en la Universidad de Lisboa. Martín Schapiro es abogado - administrativista y analista internacional</i></b></p> - </section></article>
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